Una sinfonía es una composición musical pensada para ser interpretada por orquestas utilizando diferentes instrumentos como el piano y violín, entre otros, cuya cantidad varía según cada composición, siendo propias de la música clásica.
La primera sinfonía data del año 1730 y, a medida que se popularizaban fueron evolucionando según los nuevos estilos que marcaban las épocas. Cada sinfonía se compone de cuatro movimientos, aunque existen algunas más cortas o que pueden ser interpretadas parcialmente.
Este tipo de género musical es instrumental y según cada composición puede o no tener pausas cortas o más extensas entre sus partes, las cuales se acompañan y sincronizan para dar con un total armónico.
Primer movimiento
El primer movimiento de una sinfonía suele ser una pieza alegre conocida como allegro. Su estilo es rápido, siendo una introducción a la obra que da el paso a lo que serán los siguientes movimientos.
Segundo movimiento
El segundo movimiento se conoce como adagio siendo más lento y con un tono opuesto al allegro. Su velocidad e intensidad dependen del tipo de adagio, existiendo variantes que se ajustan al estilo de cada composición.
Tercer movimiento
El tercer movimiento de una sinfonía se divide en dos partes: scherzo y trío. Sus secciones se van repitiendo en la pieza musical y, sus tiempos son rápidos al estilo del allegro con ciertas variaciones.
Cuarto movimiento
El cuarto y final movimiento de una sinfonía le da conclusión a la obra musical y se caracteriza por utilizar instrumentos de percusión como el timbal, siendo también del tipo allegro.
Sus tiempos son rápidos y dinámicos para dar con gran final estimulante y que permita cerrar la sinfonía.
Secciones
Un movimiento tiene varias secciones que se pueden entender como fragmentos que podrían ser interpretados por separado, según sus características. Es común que un concierto se combinen secciones de diversos movimientos que no siempre corresponden a la misma sinfonía.